Después de esta “pequeña” pausa veraniega (quería recordar como eran las vacaciones de un estudiante) os muestro esta imagen realizada en la archiconocida playa de las Catedrales.
La primera vez que estuve en este “templo” marino, no tenía vadeador (de los errores, se aprende), y como la mayoría de los “peregrinos” quedé a la espera de que bajara la marea para poder acceder a los arcos (con las consecuentes pisadas en la arena de dichos «peregrinos»).
Meses después una gran amiga (que pocas veces se puede decir esto), me regaló un flamante vadeador. Ya tenía la excusa perfecta para volver, pasar sin problemas a los arcos y además poder estar unos minutos más que los demás «peregrinos» cuando empezara a subir la marea. En esta imagen el agua llegaría algo menos de la cintura. Tuve la suerte de que la persona se colocara en el lugar justo del acantilado.
Para el próximo, espero que me regalen una carcasa submarina (o un yate puestos a pedir) 🙂
Hola Asier, me ha hecho gracia tu comentario sobre la primera vez, bien podria haber sido mi relato también…esas esperas para cruzar primero mojandote lo justo para lograr esa foto "limpia" de gente y pisadas.No estaria mal el yate 8^)Un abrazo.
La "primera vez" siempre es la más "especial". Después con la experiencia las cosas salen mejor :). Gracias por comentar Pere
A mi todavía no me ha llegado esa primera vez, pero para cuando vaya, y si tengo yate, te invito, jajaja!!Muy buena aportación la de la persona en el acantilado!
jajajaaja… yo, como buen cabra loca, la primera vez pasé con el agua casi a la cintura y sin vadeador que valga… fresquita estaba el agua, oiga….
Te tomo la palabra Iker. Llevaré una botella de cava para estrenar ese yate 🙂
Confieso que la primera vez enseñe mis "calvin klein" y pasé como tu Dani (no quería sacar a la luz esta parte) jajajaja.
me apunto a lo de la carcasa submarina… el yate te lo dejo para ti que no tengo como mantenerlo!!